jueves, 23 de agosto de 2012

"Quiero que cambies"



Cada persona es indisoluble, no podemos diluirnos en lo que no somos... no podemos dejar de ser aquello en lo que nos hemos convertido... salimos de un patrón que nos hizo crecer, cambiar, nos hizo formarnos en eso que hoy día somos... en la persona que hoy ves.

Miras delante del espejo y pretendes encontrar otra persona que no soy yo; pretendes cambiarme con esos pequeños detalles que día a día me repites que no te gustan... echamos en cara a todo aquello que tiene alma y se mueve (incluso a lo inmóvil y fósil), todas y cada una de las cosas que no nos gustan y querríamos cambiar para amoldarlo a nuestro ser, a nuestra conveniencia y bienestar.


Hasta dónde dejarías de ser tú, hasta dónde intentarías hacer cambiar al otro... cuál debería ser el punto intermedio donde ambas personas se aceptan tal y como son... cómo de flexibles deberíamos de ser ante un no se que... un "no se que" que viene de dentro y te hace ser de una manera o de otra... te hace ser tú.


El problema viene cuando el "tú" no gusta y lo intentas cambiar, cuando te has acomodado, acostumbrado a que es habitual... pero en realidad no lo soportas, y cada día que pasa lo soportas menos y la susceptibilidad florece con más facilidad, sólo quieres que ese "tú" desaparezca o un día serás tú la que desaparezca estallando sin más.


Hasta qué punto podemos llegar a ser radicales, cuál y cuándo llega el día en que tus promesas de cambio se cumplen y todo empieza a ser diferente... te creo y tú me crees cuando nos decimos mutuamente que esa parte de mi que no es buena, que no se porqué... nace y hace daño, en forma de palabras que hieren y duelen mientras salen de mi boca... "soy así" frase muy usada por quien interesa.

Fíjate como te comportas tú, lo que exiges al resto y como actúas sin ceder ni siquiera por una vez, no llega el día en que diga, <has sido tú el que hoy ha cambiado ese "no se que" para que éste mal día acabe>;. Mientras, yo espero que el cielo se ilumine y las estrellas aparezcan en esta noche.


miércoles, 28 de marzo de 2012

Un secreto bien guardado




Guárdame el secreto.. Te he echado de menos...  Yo "te he echado de menos"

Mis ojos lloran por la música que escucho mientras la nostalgia atraviesa mi alma... El alma que un día conquistaste, ese trozo de corazón que cada noche me robas con cada uno de los besos que me das...


Sueño cada hora del día con las caricias que me darás esa tarde, fundirnos en abrazos mientras nos quedamos quietos y pasamos a ser uno... Se para el tiempo cuando me miras y cruzas la puerta al entrar en casa...


Llevo todo el día echándote de menos, es el mayor de los secretos que gritaría a voces... Júrame que no te irás, que siempre estarás, que nunca me abandonarás... Necesito tu parte de ti en mi, somos uno en un solo cuerpo, tu piel roza la mía y te siento como si el mundo acabara y fuera la última vez que te tuviera a mi lado...


Te echo de menos mientras duermes, tus ojos están cerrados y yo observo desde el otro lado de la cama, sonriendo y soñando que algún día contaremos a todos nuestro gran secreto... Aún es pronto, prometo aguardar y saber esperar... Y mientras, te echaré de menos hasta el día en que por fin sea tuya y tu seas mío...



La importancia del habla



Hablar, algo tan natural, tan cotidiano y banal... No le damos la importancia que tiene hasta que no suenan las palabras. Producir un sonido, llamar a una persona, nombrar las cosas... Cosas sencillas, simples... El cerebro envía la información, se mueven los labios y surgen los sonidos...las palabras... Aquellas cosas que queremos decir, que queremos contar y comunicar.

Algunos no hablan, otros prefieren permanecer callados o utilizar el silencio como modo de vida. Las notas en forma de abecedario, de letras que hablan diciéndolo todo o no diciendo nada.

Levantarte una mañana, bostezar, bajar hasta la cocina, abrir la nevera, sacar la leche, preparar un bol de cereales, escuchar como la leche choca y hunde cada uno de los copos de chocolate... 
Subir las escaleras, preparar la ropa encima de la encimera del baño, ducharte, arreglarte, pintarte... 
Bajar al sótano, sacar el coche, meter la chaqueta en el siento de atrás, encender la radio, arrancar.... 
Ir al trabajo, encontrarte con poca gente, llegar a tu puesto de trabajo, sentarte, trabajar tu jornada... 
Regresar a casa, encender el televisor del salón, dejar un sonido de fondo, ponerte cómoda, prepararte la cena y sentarte en el sofá.






Riiiiiiiiing "tu madre" -que pereza- piensas, pero no lo dices. El teléfono suena hasta cogerlo... H....o.....l.....a....... Pronuncias las letras!! Pero NO suena la palabra!!!

¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando?
Son cosas mías o llevas un día sin pronunciar palabra, sin necesidad de hablar hasta que ha llamado tu madre.

¿No has tenido nada que decir en todo el día?  
No me lo creo; pero con tu cara me demuestras que no, que tu falta de diálogo y de ausentismo te preceden a la comunicación...

Que pena de ti, que hayas perdido el bien tan preciado de hablar y de expresar; de contar cada una de las cosas que sientes y que otros necesitan escuchar.... habla!


martes, 13 de marzo de 2012

No quiero que termine el día de hoy


En el momento en que hay tiempo, dejas de ocuparte y vuelves a casa...en ese mismo instante es cuando piensas, y lo haces más de la cuenta.
Qué tan maleducado es el cerebro que piensa lo que quiere, y actúa cuando le apetece en gana.

Vivir todo con prisa, desear tanto que llegue el momento que cuando estás en él te estresas para que pase, y cuando regresas te preguntas en qué instante pasó.
Así son los momentos, pasan; se puede hacer triste o divertido pero todo pasa, congelar las horas, los buenos ratos que sabes que no se volverán a repetir por igual, disfrutar algo tanto que darías tu brazo para que no se terminará.

Las vivencias se hacen irrepetibles, y no es un tópico... Ayer fue único, ahora está siendo inigualable y el futuro puede que sea inolvidable; habrá que esperar a que llegue... ¿Sabrás aguantar?
No quiero que llegue mañana, deseo que sólo existan los momentos que imagino... Aquellos que son diferentes, personas y lugares que hacen cada circunstancia especial, que se grabe y se recuerde como un gran momento.



Que poco gusta los días forzados, las obligaciones que no gustan, ¿Cómo algunos lo llevan tan bien y otros se desesperan en el transcurso?
Algunos los llaman impaciencia, otros desesperación... Yo lo llamo "ganas de cada segundo", segundos interesados, a veces irracionales y la mayoría caprichosos.

Cada uno tiene su pequeño librito, su calendario, su agenda particular con cada uno de los momentos por realizar, realizados o por elaborar. Prioridades, sensaciones, una vara de medir muy particular que nunca tendrá un patrón igual.

Sí soy impaciente y no quiero que se acabe el día de hoy. ¿Caprichosa? No todos saben disfrutar de cada una de las situaciones que les brinda la vida, las ganas o la búsqueda de que cada momento sea irrepetible. Haz que tu día sea especial, sea diferente.


martes, 6 de marzo de 2012

Mi deseo se cumplió


Tenía un poco de miedo de no recordar su cara, incluso su voz me costaba reproducirla. Que podía esperar...habían pasado unos días y sólo había sido un encuentro.

Aunque tus ojos no los podía olvidar, qué mirada y qué sonrisa.
Me cautivaron esa noche y lo volvieron a hacer el día en que te volví a ver.
Tenía mis reparos, quizás un poco de vergüenza o timidez, cosa que no tengo, sería miedo a que se chafara la ilusión.

Fue tan perfecto sin previo aviso.
Horas de charla que se hicieron minutos; a veces me despistaba en lo que hablábamos, me embaucaba tu hermosa sonrisa y el brillo de tus ojos... me mordía los labios pensando lo atractivo y guapo que eras. Parecías un príncipe salido de un cuento de hadas... Tanto que yo misma me animaba a bajar de la nube en la que gravitaba.


Le prestaba atención, pero mi cabeza montaba castillos de arena, días con él que aún no existían...
Pise la tierra cuando se acerco más a mi. ¿Querría intimar? Me concentré en la conversación, hice memoria de todo el diálogo que habíamos tenido... Y volví en mi para prestar todo el interés en sus palabras.




Recordando, quién habló más fui yo. Los nervios me hacen ser un poco loro, me sonrojan la cara, paso calor y no paro de hablar hasta que la otra persona me corta.
No hablamos de cualquier cosa, no era sobre "el tiempo" ni mirar al techo, eran unas ganas tremendas de contarnos como éramos, qué nos gustaba... Nos mostramos nuestras ilusiones, proyectos, el futuro!!!

No sabría describir lo alucinante que fue sentir que éramos uno, que su ilusión era la mía, que mi proyecto iba a ser el suyo.
Montados en un barco, surcando los mares, él y yo y todas las aguas por descubrir y todo el tiempo por compartir...

¿Qué exagero? Quizás en el momento me vi en un carruaje sin ruedas, en un castillo en la montaña... tirados en la playa... Quizás imaginé...me ilusioné...pero no mentí.



Estamos sentados, le agarro de la mano, le beso el cuello... Cierro los ojos, aspiro el olor a mar;  con una mano me roza el pelo y despierto, en medio de la nada, entre aguas, pero con el todo... con mi gran amor.