martes, 24 de mayo de 2011

Se extinguen las ganas



Me gustaría estallar,
pasar de todo y centrarme en mi,
no cargar con más peso,
hacer oídos sordos al resto,
olvidar cosas pasadas, resetear...


La maleta ya me pesa,
cuánto más aguantaré,
me lo pregunto todos los días,
hasta dónde llegan mis fuerzas,
me merece la pena...


No debería dejarla sola,
necesita mi apoyo,
aunque me marcharía sin más,
no es mi vida, es la suya,
las elecciones de cada uno...


Los devenires nos acarrean muchas cosas,
tantas buenas y tantas malas,
sin ti o contigo,
e ahí la gran cuestión de mi vida,
prefiero no pensar...


Respiraciones profundas,
instaurando una calma ausente,
un silencio imaginario dentro de mi,
una relajación que comienza a llegar,
ya me siento algo mejor...


Dejar de lado tanto,
pero es necesario para ti y para mi,
que no queda, sino ser feliz,
las cosas no cambian,
adaptarse o morir, o cambiar para
sobrevivir...

Siempre estaré a tu lado, nunca te sientas sola.





Si te vas de casa, mejor no vuelvas...


¡Si te independizas no se te ocurra volver a casa de tus padres!

En el momento en que cruzas hacia fuera la puerta de la que antes llamabas tu casa, ahora "casa de tus padres", no te das cuenta del alcance de tus acciones hasta pasado un tiempo o hasta el momento en que regresas.

Cuando los hijos crecen, y por diversos motivos, se van a estudiar fuera, encuentran trabajo en otra región, se van un tiempo a vivir en el extranjero... y por lo que fuere tienen que regresar a casa... ha cambiado tanto la mentalidad de los padres como la de los hijos ya adultos; la que antes era la casa de todos,
el hogar familiar, ha pasado a ser la casa de tus padres...

¿Quieres coger el mando y ver un programa de televisión que antes nunca te hubieras perdido? te has jodido, a tu padre le gusta ver las noticias repetidas a esa hora, y te quedas mirando al techo!
¿Quieres ponerte un vestido, pero está sucio y necesitas la lavadora y la plancha? pues te esperas, porque tu madre tiene un orden en el lavado y ahora está ocupada!
¿Quieres ducharte a las 3 de la madruga por el motivo que sea? no no... no puedes hacer ruido, tus padres mañana madrugan!
¿Quieres llenar la nevera de refrescos y la despensa de porquerías? olvídate, estás ocupando un hueco que va destinado para las verduras y las botellas de vino!
¿Quieres estar toda la tarde en el sofá sin hacer nada? te comerán la oreja de tal forma que terminarás levantándote para no oírles!
¿Quieres gastarte 100 € en compras y llegar a casa llena de bolsas de sitios caros? más te vale que entres a escondidas, o te reprocharán que cómo tiras el dinero si estás en paro!
¿Quieres salir y entrar cuando te da la gana? hazlo de puntillas, así no tendrás que oír opiniones o consejos que no te gusten, y evitarás broncas!


Ejemplos hay miles... lo que hay que tener en cuenta que todo cambio cuesta, por igual a un hijo que a un padre; el tránsito de un padre de darse cuenta de que su hijo ya no es un niño, sino un adulto como él, no llega del día a la mañana... y esa transición, puede ser más o menos
pacífica, depende de los miembros de la familia, de como sean.

Los hijos tendemos a ser rebeldes y a querer instaurar nuestras reglas de "casa independiente" a la casa de nuestras padres, mientras que los padres les cuesta aceptar que hay más voluntad y opiniones que las suyas propias, y que todas son igual de válidas; todo es cuestión de adaptarse, aceptarse, y saber convivir; que si impera la tolerancia, los buenos modos, el respeto y la educación entre adultos, la convivencia podrá llevarse.

Y como hijo recuerda, ante todo son tus padres, tu familia; y cuando ellos tuvieron paciencia y aguantaron tu dura adolescencia comportándose como unos padres tolerantes, permisivos y abiertos; ahora tu devuélveselo igual, se un buen hijo y muérdete la lengua aún cuando quieras rechistar y aprende a aceptar aunque no estés de acuerdo. Ante todo tolerancia y saber conservar el amor entre los seres queridos.