miércoles, 13 de febrero de 2013

Compartir es vivir


Ando inmersa en nuevas aventuras

Hace unos días empecé a escribir, lo que espero que sea un relato largo, una historia que llame la atención... algo de intriga por saber qué ocurre con la vida de la protagonista, una conquista de nuevas aventuras, un día a día aparentemente normal pero lleno de historietas bastantes interesantes, y curiosidades que todos tenemos pero que nos callamos.

Pensé en hacer pequeños capítulos e ir colgándolos aquí, pero aún me sigue atrayendo demasiado el papel y el boli y me reconforta buscar ratitos para escribir en mi pequeña libreta. Creo que una manera de conocerse a uno mismo y a los demás es compartir... compartir sentimientos, vivencias... muchas veces quien más calla es quien más tiene que ocultar, y ese puede que sea el que más deje de vivir por andar en la oscuridad de la palabras. 
Tampoco hay que ser atrevido e ir promulgando todo aquello privado que nos pase, pero el contar algo que necesitamos sacar de bien adentro, compartirlo con alguien (quizás hasta a alguien que a lo mejor no le importe lo que le estamos contando) nos hará quedarnos más desahogados, puede que incluso más comprendidos, o por lo menos escuchados por otra persona.

Sin embargo, hay muchas personas que todo se lo tragan y hasta la tumba se lo llevan. Personas más introvertidas que no tienen ese necesidad de contar; si les pasa algo, les pasa y se lo guardan para ellos mismos. Y sólo acuden al allegado de confianza cuando la ocasión de verdad lo merece. Son felices así, o aparentemente dan sensación de serlo.
Por otro lado, hay otros que son como les viene en gana, un día son los más lenguines del mundo, y otros cremallera en boca. Aunque de este tipo de personas, habría que preguntarse lo siguiente "de verdad conozco como piensa -fulanito-" puede que nos sorprendamos a nosotros mismos.
Y el grupo de personas que más detesto, son aquellos que no hablan de ellos pero si lo hacen de ti, y no suelen soltar flores por la boca, sólo cotilleos, habladurías, criticas... cómo les gustan inmiscuirse en las vidas de los demás sin ni siquiera pedirles su opinión. Viven de la energía del de al lado. 

Hay mil maneras de compartir, y a nuestra manera cada uno tenemos la nuestra. Y aunque no me guste decirlo nada (y a muchos nos cueste) la vida tiene tonos grises, y todo no es negro ni blanco. Por tanto, deja para ti lo que a otros no les interesa, ni des explicaciones porque pocos la merecen; y al que habla más de ti que de si mismo, que se preocupe de su propio ombligo antes de mirar u opinar del tuyo. 

Haz que los cristales sean translúcidos para ver a través de ellos, no dejes que sean opacos para no pegarte un tortazo contra ellos, ni totalmente transparentes porque lo sabrán todos de ti.

No te olvides de compartir con quien lo merece.