Te miro mientras duermes, es el único momento en el que no discutimos y reina la paz en casa.
Suena el despertador, y como cada día, me recorre por el cuerpo esa inseguridad de levantarme sola cada mañana, a no sentirme
querida.
Pero ¿en realidad me quieres? la pregunta que debería realizarme es ¿me siento querida como en realidad a mi me gustaría?
Sentimientos albergados en mi hace tiempo, pero éste pasa sin reparo, y los años se suman en calendarios; el cronómetro no para.
Me despierto por una dulce y cálida luz que se adentra entre las ventanas, estiro el brazo y esa mañana ya no estaba él; aunque en realidad ya eran unas cuentas.
¿Cuántas exactamente? Había perdido la noción del espacio, pero sin darme cuenta ya no me sentía sola (pese a que en mi cama si lo estuviera); es más me sentía querida.
Querida por todas y cada unas de las personas que me apoyaron el día que se marchó de casa sin avisar; simplemente supe que no ya no volvería cuando sus cosas no estaban.
Han pasado tres años; el sol reluce todos los días, afronto mi vida con sonrisas por ser una mujer afortunada; porque a pesar de haberme llevado mi tiempo, me he dado cuenta de que:
Sin ti, ya soy algo.