Hablar, algo tan natural, tan cotidiano y banal... No le damos la importancia que tiene hasta que no suenan las palabras. Producir un sonido, llamar a una persona, nombrar las cosas... Cosas sencillas, simples... El cerebro envía la información, se mueven los labios y surgen los sonidos...las palabras... Aquellas cosas que queremos decir, que queremos contar y comunicar.
Algunos no hablan, otros prefieren permanecer callados o utilizar el silencio como modo de vida. Las notas en forma de abecedario, de letras que hablan diciéndolo todo o no diciendo nada.
Levantarte una mañana, bostezar, bajar hasta la cocina, abrir la nevera, sacar la leche, preparar un bol de cereales, escuchar como la leche choca y hunde cada uno de los copos de chocolate...
Subir las escaleras, preparar la ropa encima de la encimera del baño, ducharte, arreglarte, pintarte...
Bajar al sótano, sacar el coche, meter la chaqueta en el siento de atrás, encender la radio, arrancar....
Ir al trabajo, encontrarte con poca gente, llegar a tu puesto de trabajo, sentarte, trabajar tu jornada...
Regresar a casa, encender el televisor del salón, dejar un sonido de fondo, ponerte cómoda, prepararte la cena y sentarte en el sofá.
Riiiiiiiiing "tu madre" -que pereza- piensas, pero no lo dices. El teléfono suena hasta cogerlo... H....o.....l.....a....... Pronuncias las letras!! Pero NO suena la palabra!!!
¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando?
Son cosas mías o llevas un día sin pronunciar palabra, sin necesidad de hablar hasta que ha llamado tu madre.
¿No has tenido nada que decir en todo el día?
No me lo creo; pero con tu cara me demuestras que no, que tu falta de diálogo y de ausentismo te preceden a la comunicación...
Que pena de ti, que hayas perdido el bien tan preciado de hablar y de expresar; de contar cada una de las cosas que sientes y que otros necesitan escuchar.... habla!