jueves, 14 de octubre de 2010

Un poco de reflexión


La naturaleza y la existencia de las cosas es sencilla hasta que apareció el hombre en el mapa.

Con anhelo de la positividad de Aristóteles dijo "el hombre por natulareza es un ser social"; el hombre era un ciudadano de la polis, había que crear un Estado formado por el pueblo, por lo hombres; un Estado basado en los derechos naturales del iusnaturalismo, entre ellos los principios que nos inculcan la existencia y la fe en la divinidad y la metafísica.

Más tarde en el siglo XVII, Hobbes, -listo ya en su época- se percató de que el ser humano es egoísta por naturaleza y definió al Estado como "Lebiatán" donde "el hombre es un lobo para el hombre"; era necesario instaurar un sistema con normas, reglas, límites para aprender a convivir unos con otros sin terminar deborándonos.

En el siglo XVIII Locke (en pleno capitalismo inglés), en un momento en el que no había Estado, y había derechos sin límites, llegaron los "Pactos Sociales", para ejercer, proteger y limitar los derechos que se tenían por naturaleza.

En el mismo siglo Rousseau (en la Francia pre-revolucionaria), defiende que el Estado de naturaleza en el que vivimos está siendo degenerado por la creación de la propiedad, y para preservar el mejor estado de libertad es necesario crear contratos sociales propios de un Estado Civil mediante leyes, expresión de voluntad general.
Así surge en esta línea, el 1º acto político en la Asamblea General de Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.

Es muy curiosa la evolución, la historia, y como se ha ido formando, codificando los sistemas de los cuales hoy somos partes.
Sin embargo, los políticos de hoy en día, poseedores del poder constituyente que se les ha otorgado, deberían aprender un poquito más de los filósofos de épocas pasadas; no como ahora, que todo es cuestión, de votos, escaños, y tendencias subjetivas de convencimientos entre partidos y minorías para sacar una propuesta más liberal o menos progresista según quién esté gobernando; y se saca cualquier propuesta adelante con tal de mantenerse en el poder a costa de lo que quiera el pueblo.

Aunque suene a paradójico "gracias a dios" (frase hecha) la sociedad avanza, progresa de la metafísica, la dividad y la fé en dios y Estados guiados por monarcas absolutos o clérigos con poder; hemos pasado de unos derechos naturales e inalienables de la persona, que se han ido positivizando en las normas y han formado parte del sistema, codificando el derecho.

El positivismo dio lugar a las ciencias naturales, la bienvenida a la física socia al avance, al progreso, a la evolución. ¿Por qué actualmente esa progresión no se aprecia en aspectos tan importantes como el derecho a la vida? ¿Por qué aún no se ha dedicado tiempo, no sólo charlas en el Congreso que no llegan a ningún fin, a saber que piensa la sociedad, el pueblo, sobre el derecho a la vida? ¿Es un derecho otorgado por dios y sólo él decidirá cuando quitárnoslo; o por el contrario, es un derecho propio de cada persona, e igual que vivimos decidimos cuando queremos dejar de vivir? Este es uno de los tantos temas que se dejan a parte, cuando la crisis, la economía, el terrorismo, los bancos, las reformas laborales se hacen con la actual política.

Estamos en momentos de cambios, de prosperidad; qué sería un Estado sin cambios, desarrollos y progresos; pero que no se nos olvide los asuntos sociales, que no todo son las hipotecas, los fondos monetarios internacionales, la deuda pública, el euribor, y la economía en general.
"El poder lo otorga el pueblo, y es un detalle que nunca se debe de olvidar".


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