El ser humano tiende a meterse donde nadie le llama y a dar consejos cuando nadie los pide, pero que un adulto actúe con cabezonería perjudicando a un niño, que piense que solo él tiene razón y que sea así y punto. Es muy injusto que el perjudicado sea el niño, a mí me enfada.
¿Por qué no somos más flexibles? Pedimos y exigimos al mundo, a nuestro jefe, a nuestra pareja, al calentamiento global! Pero, ¿qué damos nosotros? Sería todo más fácil si abriesemos un poco la mente: aprendiéramos los unos de los otros, colaborasenos sin exigencias, que diéramos sin egoísmos, amasemos y dejásemos de odiar, viviesemos el presente sin recordar todo el rato el pasado, ni intentando programar el futuro. Cuánto nos perdemos.
Para los niños somos la referencia, su pilar. Somos un reflejo de por vida y nos podemos llegar a conventir en su ejemplo. Que menos que intentar hacerlo lo mejor posible cada día. Inténtalo, sino es por ti, por ellos.
A todos esos que por desgracia existen ni caso a sus impertinencias y mas cuando tienen psicología cero hacia los niños. Me declaro defensora de los niños por encima de todo que nunca tienen culpa o responsabilidad de nada, su niñez les protege por suerte de las vamos a llamar tonterías de esos adultos que mejor es ignorarlos .
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